Hubo un tiempo en que Skype era sinónimo de videollamadas. Para muchos, fue la herramienta clave para mantenerse en contacto con familiares, amigos e incluso para reuniones de trabajo. Sin embargo, tras más de dos décadas en funcionamiento, Microsoft ha decidido que cerrará Skype en mayo, dejando en el aire la pregunta inevitable: ¿qué salió mal?
De líder a irrelevante en solo unos años
Skype nació en 2003 y rápidamente se convirtió en la referencia para la comunicación en línea. Microsoft lo adquirió en 2011 por 8,500 millones de dólares, apostando fuerte por su futuro. Sin embargo, en lugar de impulsar su crecimiento, la compra marcó el inicio de su declive.
El gran punto de inflexión llegó con la pandemia. En 2020, Skype aún conservaba el 31,8% del mercado de videollamadas, superando a Zoom (26%), Google Meet (1,6%) y Microsoft Teams (9,5%). Pero en solo un año, se desplomó hasta un 6,3%, mientras que Zoom alcanzó el 97,2% y Google Meet subió hasta el 21,1%.
¿Qué pasó? Básicamente, Skype no supo adaptarse a la inmediatez que pedían los usuarios. Mientras que Zoom o Google Meet permitían unirse a reuniones con un simple enlace, Skype seguía atado a la necesidad de agregar contactos, registrarse e iniciar sesión, complicando lo que debería ser sencillo.
El golpe final: competencia y falta de innovación
La llegada de Microsoft Teams fue otro golpe letal. La propia Microsoft empezó a centrar sus esfuerzos en Teams, integrándolo con Office 365 y empujándolo como la opción empresarial, dejando a Skype en un segundo plano.
Por otro lado, Discord se llevó al público gamer y joven, ofreciendo una plataforma más moderna y adaptada a la creación de comunidades. Para cuando Skype intentó reaccionar, ya era demasiado tarde.
Otro problema fueron sus fallos de seguridad. Durante años, se filtraron informes sobre vulnerabilidades en Skype que permitían rastrear direcciones IP de los usuarios, algo que espantó a creadores de contenido y empresas.
Una compra millonaria que no valió la pena
Microsoft pagó una fortuna por Skype, pero su estrategia no funcionó. En su historial de adquisiciones fallidas (como la de Nokia), este es otro caso de cómo una gran empresa puede comprar una tecnología prometedora y dejarla morir por falta de dirección y adaptación.
Ahora, con la inteligencia artificial y nuevas formas de comunicación digital, Microsoft parece más interesado en proyectos como Copilot o en potenciar Teams. Skype, aquel pionero que marcó una era, se despide para siempre.