Una promesa de revolución... que acabó en humo
Builder AI nació como el sueño dorado de la automatización total: una plataforma que permitía crear aplicaciones completas con solo escribir unos prompts, sin necesidad de saber programar ni una línea de código. Su lema era directo y ambicioso: “Hacer apps tan fácil como pedir una pizza”. El planteamiento era seductor. ¿Quién no iba a querer montar su propio negocio tecnológico con ayuda de una IA que lo hiciera todo por ti?
Pero la realidad era muy distinta. Detrás del supuesto cerebro artificial que creaba apps mágicamente, había un auténtico ejército de programadores subcontratados en India y Latinoamérica, especialmente de Colombia. La IA, simplemente, era fachada. Builder AI no era una tech revolucionaria; era una empresa de servicios disfrazada de innovación.
La caída del castillo de naipes: cuentas falsas, deuda millonaria y un CEO autoproclamado “Chief Wizard”
Fundada en 2016, la empresa llegó a estar valorada en 1.500 millones de dólares. Recaudó más de 500 millones en inversiones de gigantes como Microsoft, Softbank y el fondo soberano de Qatar. Pero en 2024 la verdad empezó a salir a la luz: arrastraban una deuda de 450 millones de euros y solo habían facturado 55 millones, pese a anunciar ingresos de 220 millones. Todo apuntaba a un maquillaje contable descarado, con facturas falsas entre Builder AI y una firma india llamada Verse Innovation.
El ex CEO, Sachin Dev Duggal, quien había sido la cara visible en charlas y TED Talks proclamando que los desarrolladores iban a desaparecer, fue reemplazado en 2025. El nuevo directivo, en un giro casi caricaturesco, se autoproclamó “Chief Wizard” y trató de enderezar el rumbo despidiendo en masa y reestructurando. Pero ya era tarde: sin liquidez, sin credibilidad y con acreedores gigantes como AWS y Microsoft retirando apoyo, no pudieron pagar ni las nóminas.
Una burbuja que ya está explotando
Lo de Builder AI no es un caso aislado. Es la primera gran señal de alerta de una burbuja que empieza a pincharse. No hablamos de la tecnología de inteligencia artificial en sí, que sigue mostrando avances sólidos y sostenibles. Hablamos del ecosistema de empresas que, en su afán por captar inversión rápida, han inflado promesas imposibles de cumplir.
Startups valoradas en miles de millones sin modelo de negocio viable, sin retorno de inversión, quemando dinero en GPUs, en personal técnico y vendiendo humo al mercado. ¿Os suena? Es un déjà vu de las puntocom de los 2000 o del boom cripto de 2021. La diferencia es que ahora el disfraz es la IA.
Separar el grano de la paja: no todo es humo
Que Builder AI se haya desplomado no significa que todo el sector esté podrido. Existen proyectos serios, con aplicaciones reales y tecnología potente. OpenAI, por ejemplo, tiene una propuesta de valor clara, igual que Vercel con su herramienta V0. Pero también hay empresas que viven del FOMO, que levantan capital sin que los inversores entiendan el producto, que prometen milagros sin haber desarrollado ni la mitad del camino.
En medio de este caos, llegará la consolidación: las compañías que realmente aporten valor sobrevivirán. Las demás, tarde o temprano, explotarán como lo ha hecho Builder AI.
Conclusión: cuando veas “IA”, mira dos veces
La inteligencia artificial es una herramienta poderosísima que ha llegado para quedarse, pero eso no quiere decir que cualquier empresa que se ponga esas dos letras en la frente tenga futuro garantizado. La historia de Builder AI es un aviso para navegantes. Que no te deslumbren los titulares ni las rondas millonarias. Pregúntate siempre: ¿qué están construyendo de verdad?
Fuente: midudev